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Desvíos y descuidos
Son las ocho y media de la mañana y entro en casa un poco espeso después de un ajetreado Turno de Noche en el aeropuerto. Según entro, mis dos fieras, que se preparan para ir al colegio, me reciben de una manera un tanto efusiva y afectuosa.
Uno de ellos lleva los calcetines en la mano y me pide que se los ponga, mientras que el otro no deja de desafinar con la flauta. Hay movimiento en la casa. De repente suena mi móvil y respondo con un seco “¿Si?”, ya que tengo el pie de uno en una mano y la flauta del otro en la oreja. “¿Coordinador de operaciones?” , oigo en el teléfono, “Te llamo de Iberia desde la B32 para comentarte …”.
En ese momento espabilo y recuerdo que he olvidado quitar el desvío del teléfono del trabajo. Amablemente le corto la conversación y le digo “Perdona, mejor llama a Operaciones al 86362” a lo que me responde, “No, si ya he hablado con ellos, lo que quiero es hablar con el Coordinador”, a lo que le respondo, “Perdona otra vez pero es que estoy en casa con el móvil desviado y…” . Sin dejarme terminar la frase, va y me dice, “¡Qué fueeerte, en casa y con el teléfono desviado!”.
Tras un breve momento de silencio por mi parte, valoro si contarle mi vida o dejarlo como está y decido cortar por lo sano la conversación con un “Llámame en cinco minutos” a lo que me responde “No, en uno”, “Pues vale, como tú quieras, en uno”, respondo. Seguidamente llamo al trabajo, pido que quiten el desvío y sigo poniendo calcetines, por otra parte la música ya ha parado, lo cual es de agradecer.
Supongo que la representante de Iberia quedaría un tanto contrariada al volver a llamar, ya que en vez de una voz masculina, le atendería la femenina voz de Paloma, la coordinadora que me había relevado a las ocho menos cuarto de la mañana.
Fue un descuido por mi parte, y todo debido a que el móvil del trabajo, ese móvil que prometo que un día de estos daré de baja llamando a Vodafone, no funcionaba al estar estropeado y tuve que desviar el teléfono fijo a mi móvil particular. En fin, cosas de la vida. No sé lo que debió pensar aquella mujer cuando colgó el teléfono, pero supongo que algo así como, “A estos de Aena los tienen que privatizar ya”.
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