Parábolas aéreas

Llega un día el propietario de la compañía aérea Ryanair, Michael O’Leary, a un hotel de Dublín. Seguidamente se dirige al bar del establecimiento y pide una pinta de Guinness. El camarero que le atiende le comenta: “Vale un euro”, a lo que el señor O’Leary le responde: “¡Qué barato!” y rapidamente le paga el euro.

“Es que nos gusta ir por delante de la competencia”, dice el camarero, y añade: “Pero por lo que veo, usted no trae su propio vaso, por lo tanto le tendré que cobrar un suplemento de dos euros por utilizar los vasos de nuestro establecimiento”. El señor O’Leary, no sin quejarse por el impuesto indirecto, le paga los dos euros y se marcha hacia una mesa.

El camarero  al ver que va a sentarse, le dice "Si se va a sentar, tengo que informarle que tendrá que pagar un extra de tres euros y como no ha reservado, tendrá que pagar otros dos euros más".  Oído al camarero, el señor O’Leary se dirige refunfuñando a la barra y paga lo que le han pedido.

Siguiendo el camarero con la mirada puesta en los pasos que va dando el señor O’Leary, de repente le dice: "Veo que ha traído un ordenador portátil y como no lo ha mencionado antes, debemos aplicarle un recargo de cuatro euros".  A lo que ya harto, se planta delante el camarero y pegando un golpe con el vaso en el mostrador le recrimina: "Esto es un abuso, quiero hablar con el director".

El camarero le sonríe amablemente y le dice: "Lo siento, sólo se puede poner en contacto con él por medio de correo electrónico. Por cierto, el uso del mostrador conlleva un recargo de dos euros, y si no va a lavar el vaso tendrá que pagar tres euros más. Ah!, y por favor, recoja todo antes de marcharse".

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