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La Pluma de Oro
No hay obras previstas en el aeropuerto, uno de mis grandes quebraderos de cabeza, ni trabajos de pintura programados en los Stand’s, ni cierres de pistas, puertas o rodaduras, ni mal Tiempo pronosticado. El tráfico aunque denso, fluye rápido y veloz por la Plataforma.
Y esto es lo peor que puede suceder en situaciones, llamémoslas normales, como estas. Tu cerebro, acostumbrado al ritmo infernal de un gran aeropuerto con todas sus incidencias, no deja de funcionar a pesar de que estas no se produzcan.
De repente, con el ojo derecho veo a un avión Británico que acaba de estacionar en el Stand 104 y veo como empieza a desembarcar al pasaje. Con el rabillo del otro ojo, veo al Sigame 4 en sus cercanías.
Si no voy equivocado, el Sigame 4 lo lleva Manuel, un buen colega y amigo. Rápidamente mi coco entrelaza las dos situaciones y sin pensármelo dos veces, le llamo por Canal radio:
- Atención Manuel, ¿Me recibes?
- Si, si, Pedro adelante.
- Mira, me acaba de llamar Juan por el móvil y me ha dicho que en el avión del 104, venía de Londres Evaristo, el Jefe de Departamento, y me ha dicho que ha tenido un pequeño problema.
- ¿Qué problema ha tenido?. Me contesta raudo y presto Manuel.
- Pues que ha perdido dentro del avión una Pluma de Oro que llevaba en el bolsillo de la camisa. Se ve que era un regalo de su suegra y como se entere su mujer, le echa de casa.
- Ja, ja, ja, ja, se ríe, ¡Pobre tío, vaya marrón que tiene encima!. ¿Quieres que haga algo?. Me responde.
- Pues si, como estás cerca del 104, no estaría de más que subieras al avión y preguntaras a la tripulación, a ver si por casualidad no les habrían entregado, o bien encontrado, una Pluma. Te puedo decir que Juan me ha dicho que Evaristo iba sentado en el asiento “A” de la fila “15”.
- Vale Pedro, copiado asiento “A”, fila “15”. Voy para allá.
En estos momentos Manuel, sin saberlo, es el centro de atención de todos sus compañeros de turno, y algunos más, que incrédulos asisten callados a la conversación. Veo a Manuel dejando al Sígame al lado del Stand y subiendo con paso firme las escalerillas del avión con el Walkie en la mano.
También veo como le recibe una azafata de la compañía inglesa, a la que cortésmente le da la mano. Seguidamente se introduce en la aeronave. A partir de ahora, espero su llamada.
Y tras unos diez minutos en el interior de la aeronave, la recibo.
- Atención Pedro, estoy en la fila 15 del avión con un par de azafatas de la compañía buscando la Pluma por todas partes y no hemos encontrado nada.
- Vale, vale, Manuel, por favor, sigue buscando que a lo mejor la Pluma se ha ido rodando hacia delante o hacia atrás del avión.
- OK Pedro pero ya te digo que por aquí no hay nada. ¿Por cierto me puedes repetir como era la Pluma?
- Si, era de Oro, una Pluma de Oro.
-¿De Oro?. Me responde intrigado.
Ante esa respuesta, sabía que me encontraba ante la oportunidad que estaba esperando. No la deje pasar y le respondí:
- Si, de Oro como el que cagó el moro.
En ese momento, a parte del silencio inicial, solo acerté a oír por la radio algo parecido a "¿What the hell did he say?" proferido por una voz femenina y unas impronunciables palabras dirigidas hacia mí persona por parte de Manuel que mejor prefiero ahorrarme, así como las risas y comentarios posteriores a través del Canal radio.
Según me comentó Manuel, después de pedir disculpas a las azafatas y mientras abandonaba el avión, oyó a las dos mujeres comentar entre ellas: “¿Moro?, ¿Oro?, ¿Cago?", "¿Oro moro cágo?", Noo, "Moro cagó Oro …”
Solamente fueron 15 memorables y recordados minutos, de un turno de 12 horas.
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