Caballeros del Aire

Category: General Published: Wednesday, 30 January 2013 Written by SICA Blog

El 20 de diciembre de 1943, despegaba de un campo de aviación de la Royal Air Force (RAF) situado en Kimbolton, Inglaterra, un bombardero B-17, llamado “Ye Olde Pub”, de la United States Air Force (USAF), con la misión de bombardear una fábrica de aviones en Bremen, Alemania.

La tripulación de la aeronave estaba compuesta por 9 tripulantes y al frente de ellos, estaba el joven teniente Charles Brown. El "Ye Olde Pub" consiguió realizar su misión, pero a un alto precio. El artillero de cola había muerto y 6 tripulantes más estaban heridos, el morro estaba dañado, dos motores alcanzados y de los dos restantes, sólo uno tenía suficiente potencia.

El fuselaje estaba seriamente dañado por los impactos de las baterías antiaéreas y los cazas alemanes, incluso el piloto Charles Brown llegó a perder la consciencia momentáneamente. Cuando Charles despertó y consiguió estabilizar el avión, ordenó que se atendiese a los heridos. Cuando pensaba que bastante tendrían con mantener la aeronave en el aire, llegó lo peor: un caza alemán Me 109 en la cola. Todos pensaron que había llegado su hora, pero el caza en lugar de disparar se puso en paralelo del bombardero. En ese momento Charles giró la cabeza y vio cómo el piloto alemán le hacía gestos con las manos.

Así se mantuvo durante unos instantes, hasta que el piloto ordenó a uno de sus hombres subir a la torreta de la ametralladora, pero antes de poder cumplir la orden, el alemán miró a los ojos a Charles, le hizo otro gesto con la mano y se marchó. A duras penas, y tras recorrer 250 millas, el "Ye Olde Pub" consiguió aterrizar en Norfolk, Inglaterra. Brown contó a sus superiores lo ocurrido, y éstos decidieron ocultar aquel acto de humanidad. Pero el teniente no lo olvidó, ¿Porqué no los había derribado?.

En 1987, 44 años después de aquel suceso, Charles comenzó a buscar al hombre que les había perdonado la vida, a pesar de no saber nada de él y mucho menos, si todavía estaba vivo. Puso un anuncio en una publicación de pilotos de combate: “Estoy buscando el hombre que me salvó la vida el 20 de diciembre de 1944”. Desde Vancouver, Canadá, alguien se puso en contacto con él, era Franz Stigler. Después de cruzar varias cartas y llamadas de teléfono, lograron reunirse en 1990. Fue como el encuentro de unos hermanos que no se veían desde hacía 40 años. Tras varios abrazos y alguna que otra lágrima, Charles le preguntó a Franz: "¿Porqué no nos derribaste?".

Franz le explicó que cuando se puso en su cola y los tenía en el punto de mira para disparar, sólo vio un avión que a duras penas se mantenía en el aire, sin defensas y con la tripulación malherida, no había ningún honor en derribar aquella aeronave, era como abatir a un paracaidista. Franz había servido en África a las órdenes del teniente Gustav Roedel, un caballero del aire, que les inculcó la idea de que para sobrevivir moralmente a una guerra, se debía combatir con honor y humanidad; de no ser así, no serían capaces de vivir consigo mismos el resto de sus días.

Aquel código no escrito les salvó la vida. Franz trató de guiarlos para sacarlos de allí, y le dijo a Brown que le hizo gestos con la mano en un intento de decirle que volara hacia Suecia, pero tuvo que desistir cuando se acercaron a una torre de control alemana; si le hubiesen descubierto, le habría supuesto la pena de muerte. Durante varios años compartieron sus vidas, y su historia, narrada en el libro "A higher call", terminó en 2008 con seis meses de diferencia, cuando los dos hombres fallecieron de sendos ataques al corazón. Franz Stigler tenía 92 años y Charles Brown 87.

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