Otro año más esperando un cambio verdadero en Aena

Category: Últimas Noticias Created: Sunday, 21 July 2013 Last Updated: Wednesday, 30 October 2013 Published: Sunday, 21 July 2013 Written by SICA News

Preferente.com, 20 de julio de 2013. En los últimos y caóticos meses del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (tan rápidamente olvidados por el nuevo desastre en el que estamos sumidos), Aena estuvo a punto de salir al mercado, entonces pensando sobre todo en captar una liquidez fundamental para mantener el país a flote. Iba de la mano con Loterías y Apuestas del Estado, otra de las joyas que aún quedan en manos públicas.

Finalmente, todo quedó a la espera del nuevo gobierno que, pese a lo dramático de la situación que venimos padeciendo, aún no ha terminado de decidir qué va a hacer con Aena. Lo último, es que después del verano, una parte minoritaria del capital saldría a Bolsa, manteniendo el Estado la mayoría.

Aeropuertos Nacionales tiene que ser privatizada no porque el sector privado sea más capaz, sino porque el público es un desastre a la hora de adoptar decisiones sensatas y responsables con los  intereses sociales. No es ya que vender Aena nos de dinero para devolver deuda y dejar de pagar intereses, es que Aena en manos privadas empezaría a ser rentable, porque se quitaría del medio una estructura que tiene las siguientes características:

Primero: no funciona porque carece de toda agilidad. Todo pasa por concurso o subasta, lo cual conlleva que en muchas ocasiones sea más el papeleo necesario para hacer una compra que el valor de la misma. Es tan ridículo el nivel de exigencias, que casi lo que menos importa es lo que se compra y sí infinidad de otras cuestiones demandadas. Por ejemplo, en algunos concursos es necesario demostrar que la empresa tiene políticas ambientales, aunque estemos hablando de asuntos sin relación alguna con ello. Tan burocratizada se ha convertido esta organización, que hasta se contratan empresas para que controlen a otras empresas, porque los trabajadores de Aena sólo tienen tiempo de procesar papeles y más papeles para contratar más y más empresas.

Segundo: porque no hay gestión interna, ni estándares de calidad, ni dirección. Absolutamente todo el mundo que trabaja en un aeropuerto sabe que en las empresas normales, con peor o mejor ambiente, se trabaja, mientras que los servicios que presta Aena son caóticos, desordenados, carísimos y sólo obstaculizan el funcionamiento de los aeropuertos. Cuando se quiere resolver el problema se entra en otro bucle burocrático para cumplir una norma de calidad, lo cual no hace más que enredar aún más la maraña y el caos.

Tercero: porque la estructura funcionarial de la organización carece de estímulos, de norte y de sentido. Han convertido el monstruo funcionarial en un fin en sí mismo, de forma que muy frecuentemente pierden las referencias con la realidad. Aquello, si no fuera por el drama económico en el que hemos sumido al país, es para reír.

Por todo esto, hay que privatizar, introducir sentido común, normalidad. Pero esto es imposible si los políticos quieren mantener el control de la organización. Si, por el contrario, aceptaran ceder la gestión, aunque sean mayoría en el capital, la cuestión sería diferente, aunque con sus peligros: una empresa puede funcionar bien con una estructura clara, cuando tenemos que manda quien en realidad no manda porque no tiene mayoría, el riesgo de extrañas componendas es elevado.

Aeropuertos Nacionales no es una empresa pública más, es un organismo de cuya eficiencia depende en buena medida nuestra economía. Veamos el caos de Barajas, donde una acumulación de errores está dejando ese aeropuerto fuera de la carrera por ser un hub de interés internacional. Esto es tremendamente grave no por la ‘figurera’ que hubiera alimentado en muchas autoridades, sino por las consecuencias económicas. Hoy, sería totalmente ideal que Barajas, con Schipol uno de los pocos aeropuertos sin limitaciones de espacio, se convirtiera en un ‘hub’ de primera, aprovechándose además de que Heathrow, el líder europeo, está al 98 por ciento de su capacidad.

Por lo tanto, urge que el Gobierno adopte una decisión por muchos motivos: para obtener una liquidez que nos permita reducir deuda y bajar el importe de los intereses que pagamos. Urge que Aena empiece de una vez a tomar alguna decisión propia de lo que hacen otras empresas de mercado (negociación para optimizar los recursos disponibles, cierres de las instalaciones inoperantes más allá del precio político que suponga), mejore su rentabilidad y, sobre todo, sirva de motor para el impulso al turismo y al conjunto de la economía en su totalidad.

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